La soberanía de Dios en la Vida de la Mujer: Una Perspectiva Bíblica

Artículo tomado de la exposición bíblica «Sovereignty of God in the life of woman».

Vonna Morales.

8/18/20247 min read

La soberanía de Dios es un tema central en la teología cristiana, y su aplicación a la vida de la mujer revela un plan divino lleno de propósito y significado. A través de las Escrituras, se ve cómo Dios ha diseñado roles específicos para las mujeres, roles que glorifican a Dios y enriquecen la vida de la comunidad y la familia. Este artículo explorará cuatro aspectos clave: la creación de la mujer, el concepto de sumisión, el plan de salvación y la influencia en el hogar.

I. La Creación de la Mujer

Desde el inicio, Dios creó a la mujer con un propósito específico dentro de su orden perfecto. En Génesis 1:27, se afirma: "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó." Aquí se establece que tanto el hombre como la mujer reflejan la imagen de Dios, cada uno con roles complementarios.

En Génesis 2:18, se revela un detalle importante sobre la creación de la mujer: "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él." Este versículo muestra que la mujer fue creada para ser una ayuda adecuada, complementando al hombre en una relación de dependencia mutua y cooperación.

El concepto de "ayuda idónea" proviene de la narrativa de la creación en Génesis, donde Dios crea a la mujer para ser una compañera adecuada para el hombre. Para entender este concepto, observemos el texto bíblico y su significado.

En Génesis 2:18-24 (RVR1960) dice: Versículo 18: "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él." Versículo 19: "Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre." Versículo 20: "Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; más para Adán no se halló ayuda idónea para él." Versículos 21-22: "Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre." Versículo 23: "Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada." Versículo 24: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne."

El término "ayuda" en hebreo es 'ezer, que significa soporte o socorro. Este mismo término se usa en otros lugares de la Biblia para referirse a Dios como nuestro ayudador (por ejemplo, Salmo 33:20: "Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él."). Esto sugiere que la "ayuda" que la mujer proporciona al hombre no es de inferioridad, sino de apoyo vital y significativo.

La palabra "idónea" en hebreo es kenegdo, que implica adecuación o correspondencia. Literalmente puede traducirse como "frente a él" o "correspondiente a él". Esto sugiere que la mujer es una contraparte adecuada, que complementa al hombre en todas sus capacidades y características.

La creación de la mujer como "ayuda idónea" refleja la soberanía de Dios en el diseño perfecto y complementario de los roles, destacando su sabiduría y propósito en la dependencia y cooperación humana. Este diseño demuestra que, bajo la soberanía de Dios, cada rol es vital y significativo, manifestando su orden divino en la creación.

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«La ayuda que la mujer proporciona al hombre no es de inferioridad, sino de apoyo vital y significativo»

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II. La Sumisión en el Diseño de Dios

La sumisión es un concepto que a menudo se malinterpreta, pero en el contexto bíblico, es una expresión de orden y amor. En Efesios 5:22-24 se instruye: "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo."

Esta sumisión no implica inferioridad, sino una estructura de roles donde el hombre y la mujer trabajan juntos armoniosamente. 1 Pedro 3:1-2 añade: "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa."

Es esencial comprender que la sumisión de la mujer bíblica es voluntaria y busca reflejar el carácter de Cristo en la mujer, de la misma manera en que Cristo se sujetó obedientemente a la voluntad del Padre, lo que se ve claramente en Filipenses 2:5-8 y en Mateo 26:39.

III. El Plan de Salvación de Dios

La salvación es el corazón del plan redentor de Dios. Entender y vivir a la luz de la salvación puede cambiar radicalmente cómo una mujer cristiana ve su propósito, su valor y sus acciones diarias. Efesios 2:8-9 declara: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." La salvación es un regalo inmerecido de Dios, no basado en nuestros méritos, sino en la gracia de Dios. Romanos 3:24 nos dice que somos "justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús." Esta salvación trae una transformación interna, haciendo a la mujer una nueva creación en Cristo (2 Corintios 5:17) y renovando su entendimiento para alinearlo con la voluntad de Dios (Romanos 12:2).

Esta transformación impacta profundamente la vida diaria de una mujer cristiana. Juan 1:12 afirma que "a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios," otorgándoles una nueva identidad y propósito como hijas de Dios. Este nuevo propósito implica un llamado a la santidad (1 Pedro 1:15-16) y a manifestar el fruto del Espíritu en su vida diaria (Gálatas 5:22-23). La verdadera fe se demuestra en una vida de obediencia a los mandamientos de Dios, como enseña Juan 14:15: "Si me amáis, guardad mis mandamientos." Así, vivir a la luz de la salvación significa reflejar el carácter de Dios en cada aspecto de la vida, transformando no solo la conducta y la actitud, sino también su hogar y comunidad.

En Tito 2:11-14 se nos recuerda: "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras."

La salvación nos reconcilia con Dios y transforma nuestra conducta. Romanos 12:1-2 nos exhorta: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."

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«La sumisión de la mujer bíblica es voluntaria y busca reflejar el carácter de Cristo en la mujer, de la misma manera en que Cristo se sujetó obedientemente a la voluntad del Padre»

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IV. La Influencia en el Hogar

El hogar es un ámbito fundamental donde toda mujer (soltera o casada) puede ejercer una influencia piadosa y significativa. Proverbios 31 describe a una mujer virtuosa que administra su hogar con sabiduría y diligencia: "Mira por los caminos de su casa, y no come el pan de balde" (Proverbios 31:27). Esta descripción destaca cómo la mujer puede glorificar a Dios mediante su dedicación y amor en el hogar.

Tito 2:3-5 también resalta la importancia de la enseñanza y el ejemplo de las mujeres mayores hacia las más jóvenes: "Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

Conclusión

La soberanía de Dios en la vida de la mujer es un tema que revela un diseño divino lleno de propósito y significado. Desde la creación, pasando por la sumisión y culminando en el plan de salvación, cada aspecto está cuidadosamente ordenado por Dios para su gloria y el bien de la humanidad. Las mujeres, al vivir conforme a este diseño, encuentran una vida plena y significativa que refleja la sabiduría y el amor de su Creador.

1 Samuel 2:1-2 (RVR1960): "Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, mi poder se exalta en Jehová; mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación. No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro."

Estos pasajes muestran claramente cómo Ana llevó sus preocupaciones y deseos ante Dios en oración, confiando en Su providencia y plan. Dios respondió a su oración, y ella cumplió su voto, demostrando una fe inquebrantable en la bondad y la soberanía de Dios.